Como resultado de la XIX edición del Premio Ermanno Casoli otorgado por la Fundación Ermanno Casoli (Fabriano, Italia), desarrollé la obra permanente Pelusa en las instalaciones de ElicaMex (Querétaro, México), empresa dedicada a la fabricación de extractores de aire para cocinas domésticas. A continuación presento un extracto del texto que Francesco Pedraglio y Marcello Smarrelli escribieron para la publicación que acompañó al trabajo.
… al ser invitado a reflexionar en torno a las peculiaridades de la producción industrial dentro de ElicaMex, Jorge Satorre inmediatamente concentró su atención en la presencia de cualquier tensión entre sujeto y objeto que rompiese la norma en los productos altamente estandarizados que los trabajadores ayudan a crear; Pelusa, como él les llama: un residuo, involuntario e inevitable que, por más que queramos erradicar, sigue apareciendo. De esta manera, el resultado de la investigación de Satorre se puede entender como una cadena de obras surgidas de un forcejeo entre expresión personal y norma, entre el instinto y el control de calidad, entre la propuesta subjetiva y el patrón de funcionalidad.
El trabajo comenzó con una serie de visitas a la sede de ElicaMex en Querétaro. Después de familiarizarse con las distintas áreas y departamentos de la planta de producción, Satorre se interesó específicamente en un espacio, un cuarto al que los empleados simplemente se referían como “el cuarto oscuro.” Este es un sitio en dónde algunos moldes, troqueles, y máscaras que se encuentran definitivamente fuera de producción, se organizan y se almacenan. A pesar de su valor, el equipo es inservible debido a su deterioro, a una mejora en la velocidad de producción, así como a cambios en la demanda del diseño. Fascinado por tal colección de objetos tan preciosos como inútiles, Satorre trabajó en una serie de 19 dibujos que representan una selección del herramental almacenado dentro del “cuarto oscuro.” El artista escogió qué objetos dibujar basándose en la historia relacionada a su obsolescencia, su aspecto, sus colores y formas. El proceso lento y minucioso de medir cada pieza del herramental—parte por parte, sección por sección—sólo para transferirlas a escala sobre el papel, le permitió al artista establecer una nueva relación con cada objeto. Empleando una perspectiva caballera, un procedimiento ampliamente utilizado en dibujos técnicos, no sólo creó y documentó un archivo personal desde lo superfluo; también mostró cómo dentro del núcleo de un ambiente productivo altamente funcional, hay aún espacio para interrupciones.
El artista decidió utilizar placas metálicas de desecho provenientes del proceso de manufactura de las campanas de cocina para transformar los dibujos en una serie de 19 grabados; estos conservan los rastros de su proveniencia, incorporando los huecos de registro y las marcas que había en las placas del metal desechado. El choque entre la precisión (a final de cuentas son dibujos técnicos de objetos existentes) y la inadecuación como documento práctico (los dibujos no podrían ser utilizados para realmente replicar los herramentales) genera un margen en donde lo altamente regulado y lo puramente instintivo pueden coexistir.
Como continuación del trabajo, Satorre produjo cuatro esculturas de metal pensadas para ser difícilmente distinguibles en los espacios de la fábrica. En conjunto con los grabados, están distribuidas en un área en donde Satorre pasó la mayoría del tiempo haciendo los dibujos. Las esculturas fueron producidas con los ingenieros y los proveedores con los que normalmente Elica trabaja, imaginando cada una de ellas como una réplica o rediseño de ciertas estructuras de uso práctico presentes en la planta—construcciones como escaleras, rejas y postes que se instalaron para resolver problemas surgidos una vez que las máquinas estaban en su lugar. Al igual que con los huecos de registro y las formas irregulares de las placas de grabado, Satorre asocia estas estructuras con el proceso que existe detrás de muchos motivos ornamentales: residuos formales dejados por elementos funcionales anteriores.
La única anomalía que podría delatar la naturaleza escultórica de las cuatro estructuras es la inquietante presencia de acumulaciones de papel doblado adheridos a cada una de ellas. Estos elementos son resultado de una actividad promovida en la fábrica gracias al sistema conocido como World Class Manufacturing. Implementado en la planta en 2009, el WCM es un programa basado en la mejora continua involucrando la eliminación de todo tipo de desechos y pérdidas de tiempo. Una parte integral del WCM es el “sistema de sugerencias” que ofrece a los trabajadores la oportunidad de contribuir al desarrollo del sistema de producción proponiendo mejoras potenciales en el ambiente de trabajo, los métodos de producción o la operación de la maquinaria. Estas sugerencias se hacen a través de una mezcla de dibujos y texto, y, si la propuesta es aceptada, los trabajadores son recompensados con puntos que pueden canjearse por una variedad de productos domésticos. Específicamente, las sugerencias dobladas que Satorre pegó a las esculturas son todas las que, desde que comenzó su colaboración con Elica en 2019, la compañía ha considerado como sugerencias inviables. El plan es seguir acumulándolas hasta que las esculturas queden completamente cubiertas.
19 grabados realizados mediante barniz blando sobre lámina gris, impresos en papel Katazomegenshi de 44 gr y colgados usando rebabas de acero e imanes.
21 x 27.5 cm c/u.
Edción de 19 + 1 ap.
Producido por Fundación Ermanno Casoli y Elicamex.
Con la asistencia en la producción de Mayte Domínguez, Domenico Monsignore, Alfredo Galaviz, Shoaib Golra, BCD Group, José Manuel Suárez, César Vega, Marcos Espino, Carlos Ramos, Marco Vargas, César Lagunes y Arturo Godínez.