Es bastante conocido que el mural de Diego Rivera titulado El hombre en el cruce de caminos o El hombre controlador del universo tiene como trasfondo la polémica suscitada por la destrucción del fresco que realizó en el vestíbulo del edificio de la RCA en el Rockefeller Center de Nueva York en 1933.
La inclusión en la composición central de la figura de Vladimir Lenin no cuadraba con las expectativas de la dinastía Rockefeller. Suena inocente pensar que la comisión que recibió Rivera por parte de los Rockefeller tenía fines puramente decorativos, por lo que resulta paradójico que la marcada convicción política en su trabajo, una de las características principales de su obra y por ende una de las razones de su éxito internacional, fuera la que determinara la destrucción del mural en Nueva York.
Desde el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México recibí una invitación para que eligiera uno de los murales que existen en su interior y que lo reinterpretara para una publicación.
Mi propuesta fue la reorganización de todos los elementos basándome en su tipología y abstrayéndolos de su colectivo y valor simbólico original.
Lápiz sobre papel, 190 x 137 cm.
Comisionado por
el Palacio de Bellas Artes, México.
Con la asistencia de
Oscar Garduño y Ulises Figueroa.