Como conclusión de Los negros le planteé al mismo Ginzburg un ejercicio un tanto particular. La propuesta consistía en hurgar en su memoria con la intención de recolectar imágenes mentales que hayan sido determinantes en su vida y que no necesariamente estuvieran presentes en su investigación, preferiblemente aquellas generadas a partir de haber escuchado o leído una historia. El 29 de Septiembre del año 2012 me reuní con el historiador en su departamento de Bologna. Desde un principio dejó en claro su convicción de la gran disolución irresoluble que existe entre texto e imagen y la incomodidad que éste ejercicio le provocaba. Aceptó que algunas de esas imágenes existen vagamente en su cabeza pero que prefería mantenerlas en una especie de oscuridad permanente. Mencionó que el intentar evocarlas podría ser “riesgoso” por la posibilidad de que éstas nuevas imágenes sustituyeran a las originales, las cuales de alguna manera continúan trabajando en su persona. Esta declaración, aunque negativa, me hizo pensar que el experimento tal vez no era del todo descabellado.
El encuentro en Bologna se convirtió en una larga conversación acerca del poder de la imagen y la tensión que existe en ésta en relación con el texto. A cuentagotas, casi sin darse cuenta, Ginzburg empezó a revelar varias de esas escenas que yo buscaba, desde el impacto que le provocó un personaje de C’era una volta, uno de los primeros libros ilustrados que leyó en su infancia hasta el momento en que Werner Herzog le pidió que imaginara al actor que representaría a Menocchio en una posible adaptación de El Queso y los Gusanos, pasando por la supuesta relación que existe entre el personaje musculoso del cuadro Bacco e Arianna de Tiziano y la representación de Laocoonte. La conversación fue grabada pero el historiador me pidió que no la hiciera pública hasta tener tiempo para revisarla. De esas imágenes mentales evocadas por Ginzburg surgió la idea de esculpir cada una de ellas en ladrillos para después fragmentarlas y crear nuevas organizaciones. Pensando en este material de construcción como un elemento capaz de constituir estructuras infinitas y que puede ser fraccionado o sustituido por cualquier otro.
171 pedazos de ladrillo y cemento,
7 dibujos hechos por Arthur Lien.
Lápiz de color y marcador sobre papel.
Dimensiones variables.
Producido por la Fundación Botín.
XIX Becas de Artes Plásticas.
Con la colaboración de Davide Zanutta y Aldo Colonnello. Asistencia de Oscar Garduño, Ulises Figueroa y Alejandro Anguiano.